sábado, 19 de julio de 2008

Nota viernes 18

VIERNES, 18 DE JULIO DE 2008
Rosario Díaz Araujo Periodista gastronómica

De la boca a la memoria

LOS SABORES de la infancia ¿están sobrevaluados? ¿Son acaso mejores los gustos por antiguos o melancólicos? Funciona nuestra memoria, cual tienda de anticuario, donde la pieza más añeja tiene mayor valor.

Es común hablar con las personas y ver que sus gustos favoritos son los que se esconden tras el paso celoso de los años. "Me acuerdo de unas papas tal o cual que me hacía mi abuela, de una carne, un plato, un algo de cuando era pequeño".

Una persona cualquiera o un sibarita cuali-calificado puede extasiarse de tremendos e inenarrables majares, pero su memoria, por capricho o por verdad, siempre guardará ese lugar especial para un plato simple y cotidiano.

Lo he hablado con muchos cocineros y no es casual que los sabores más añorados son los que nos daban las personas que nos querían y nos mimaban.

Esos mismos manjares simplones pero felices, los que nos recuerdan quienes somos, nos traen las manos de las madres y abuelas. Manos, que a los que estamos en la distancia, nos cuesta encontrar.

Uno de estos platos que logra llevarme hasta mi tierra y me alegra el día son las Milanesas a la napolitana. Sí, sí, Milán y Napolés, contrincantes eternos, unidos en un plato 100% argentino. Esta maravilla consiste en un bistec de ternera un poco más grueso, allá se hacen de un corte que se llama peceto o de nalga, aquí filo y pulpa respectivamente, cortado como de 1 centímetro y medio, rebozado en huevo y pasado por pan rallado. Luego se fríe y se le coloca por encima jamón cocido, queso y unas rodajas de tomate, o bien salsa. Por si esto fuera poco, se gratina en un horno caliente. ¿Hacen falta más palabras para describir el amor maternal hecho comida? Pues desgraciadamente esta página no tiene la capacidad de hacerle oler o probar este plato.

Pero como todo tiene solución, cada vez que me quiero trasladar a mis raíces acudo a un restaurante que hace unas de las mejores milanesas a la napolitana que probé en mi vida. Aunque claro está que no todo puede ser perfecto, él es uruguayo. Se llama Alejandro y tiene un restaurante llamado Lobizón en la carretera de Bajamar. Es un tipo tan simpático como políticamente incorrecto. Entre ironías, risas y polémicas, cada vez que la nostalgia me embarca, él me sirve unas milanesas tan buenas como las que guardo en la memoria.


5 comentarios:

Pivní Filosof dijo...

Para nada creo que los sabores de la infancia estén sobrevalorados. Todavía me acuerdo del arroz con huevo frito que nos hacía mi vieja para salir del paso cuando éramos chicos y de cómo me gustaba. Hace mucho que no lo como, pero lo tengo bien guardado en la memoria.
Pero no se trata del sabor en sí, sino del momento que éste nos hace recordar. Lo mismo pasa con la música, siempre hay un tema que te remonta a tu adolecencia y que te trae una sonrisa (o un lagrimón) más allá de cuáles sean tus gustos actuales.

Rosario Diaz Araujo dijo...

Hola Pivni: yo creo exactamente lo mismo. Esos sabores logran lo imposible, que los que estamos muy lejos de casa, volvamos a sentirnos en ella.
Eso amo de los sabores de la infancia.
Saludos y muchas gracias por pasar

Malen dijo...

Cada vez me gusta mas como escribis!! Hasta aca llego el olor a esas milanesas y me parecia estar viendo como las preparaban! Qué lindo encontrar un lugar para acudir en la nostalgia!
Muchos besos

bloggeristic dijo...

genial, me gusto mucho

pasare seguido

andres

Rosario Diaz Araujo dijo...

Hola Andres:
Muchas gracias por pasar y comentar, te espero por acá.