jueves, 4 de octubre de 2007

¿Qué vinos toman los argentinos que no viven en la Argentina?

Nota publicada en GoWine! (gowine.com.ar)

El Fernet, el mate, las empanadas, el asado, la música que suena ahora mismo, los temas de conversación, el che que se filtra entre las palabras de una charla. Mucho se conserva, algo se pierde. Quienes dejamos la patria para irnos a la madre de nuestra patria, cargamos las valijas mentales con los sabores de nuestra casa, con el perfume del barrio y algún tango; y conservamos este baúl en un lugar cercano para cada una de esas veces en las que necesitamos meter mano y revolver para encontrarnos y recordarnos quienes somos.


Desgraciadamente el mercado de la nostalgia pareciera no incluir a nuestros vinos, a qué me refiero con esto. Me refiero a que por una serie de cuestiones lógicas uno se abre y se deja seducir por la nueva casa. Desde que pisa su suelo, camina por las calles, entra a sus bares y mira a través de la barra para averiguar que se bebe acá. Uno no puede seguir siendo 100% argentino y pararse ahí como el macho más plantado a pedir un Malbec. No señores. Sobre todo porque los españoles no tienen muchas pulgas y lo más probable es que usted reciba a cambio un cordial: No. Por otro lado, es imposible obviar la trayectoria vitivinícola de un país como España. Y así empieza uno…primero con un bueno vamos a ver como está ese riojita y termina fascinado con los vinos españoles. Con ese gran Rioja inicial, con los Ribera, con los fantásticos vinos del Priorato que crecen literalmente entre rocas, con los blancos como el Verdejo que alegran a cualquier pesado de la costa y con el inmenso abanico que España tiene para ofrecer en la materia.

Lamento informar que si uno vive afuera generalmente deja de beber vinos argentinos. Y eso no es malo, por el contrario, ayuda a apreciar las diferencias notables que desarrolla la vid en otras latitudes y finalmente a comparar con lo conocido.

Es difícil y casi imposible encontrar vinos patrios en las cartas de los restaurantes y bares. Puede por azar ubicar alguno en condiciones dignas en una tienda especializada. Por supuesto, y como nobleza obliga, debemos adquirirlo y llevarlo cual invaluable trofeo a un encuentro con amigos locales para presumir, siempre y cuando el ejemplar lo amerite, de nuestros vinos.


Ayer en un curso de cata uno de mis compañeros le preguntaba al profesor sobre el mejor lugar para guardar el vino. A lo que mi profesor responde: “Sin dudas, el mejor lugar para guardar el vino, es en la memoria”. Y mientras escribo y recuerdo todos los Malbec que pasaron por mi copa me invade una agradable sensación de estar en casa, hasta podría afirmar que “memoria llena, corazón contento”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Exquisitas y femeninas tus notas Rosario. Felicitaciones.